16 ago 2008

Conocer a Cristo

Diálogo entre un recién convertido a Cristo y un amigo no creyente:

"¿De modo que te has convertido a Cristo?".
"Sí".

"Entonces sabrás mucho sobre él. Dime:
¿en qué país nació?".
"No lo sé".

"¿A que edad murió?".
"Tampoco lo sé".

"¿Sabrás al menos cuántos sermones pronunció?".
"Pues no... no lo sé".

"La verdad es que sabes muy poco, para ser un hombre que afirma haberse convertido a Cristo...".
"Tienes toda la razón. Y yo mismo estoy avergonzado de lo poco que sé acerca de Él. Pero sí que sé algo: Hace tres años, yo era un borracho. Estaba cargado de deudas. Mi familia se deshacía en pedazos. Mi mujer y mis hijos temían como un nublado mi vuelta a casa cada noche. Pero ahora he dejado la bebida; no tenemos deudas; nuestro hogar es un hogar feliz; mis hijos esperan ansiosamente mi vuelta a casa cada noche. Todo esto es lo que ha hecho Cristo por mí. ¡Y esto es lo que sé de Cristo!".

Conocer realmente. Es decir, ser transformado por lo que uno conoce.


-Anthony de Mello, El canto del pájaro, Sal Terrae, 1982
Auto Post No. 3

5 comentarios:

Pepe Barrascout Ortiz dijo...

Que bonita reflexión, me tocó profundamente.

Te agradezco grandemente por compartirla.

Saludos.

Mayvis dijo...

Muy cierto! Debemos aprender a vivir siendo transformados por el espíritu, y no sólo de teoría. Me parece un pensamiento muy acertado

Amélia Rivera dijo...

Cuando me asusto por como la gente se entrega fanaticamente, no puedo dejar de pensar que es la naturaleza humana. Por más racionales que tratemos de ser hay momentos o situaciones que nos llevan a perder el piso, que nos hacen desesperadamente buscar razones y no las encontramos, pero el tener una palabra de algo que nos pueda salvar o perdonar puede ser de mucha ayuda cuando estamos tan bajo.

Aún asi siempre que oigo historias como estas no puedo dejar de pensar en la persona tan maravillosa, más que en el entregarse a Cristo. Cualquier persona puede dejar de tomar, dejar de matar, de hacer cosas que según su moral son incorrectas, pero lo que se necesita es fuerza de voluntad y seguridad en sí mismo y eso es precisamente lo que una figura religiosa le da a la gente. El problema es cuando esas enseñanzas que se hacen publicas no las cuestionamos y nos cegan y adormecen.

Y si, no tenemos que saber donde nacío, donde creció, cuantas cosas dijo, sino aplicar principios éticos y morales en nuestras vidas, vivir por nosotros mismo y para los demás sin andarle complicando la existencia al "bien actuar".

Anónimo dijo...

Yo agregaría lo que pasa con "el poder de la oración"

Saludos!

Cristián Guerra Campo dijo...

Gracias por sus comentarios, me da mucho gusto que hayan comentado específicamente en esta entrada, yo transcribi estrictamente el cuento, no hice reflexiones o comentarios sobre el y veo que pueden haber varias interpretaciones sobre esta pequeña historia.

A mi me gusta pues le doy el significado de una fe sencilla, sin palabras grandilocuentes, sin gestos externos, sin racionalizar pero sin fanatizarse, sin baños de pureza. Gracias a todos por comentar, de nuevo.