11 ago 2007

Los Traumas de la Familia

Captura y fusilamiento de agraristas, 1954.
La caída de Arbenz, el momento más dramático de la historia del siglo XX en Guatemala, que ha condicionado los sucesos sociales, políticos y económicos hasta hoy, no solo tuvo un cariz global, de hecho, a la mayoría de guatemaltecos de la época, les definió la vida.
En "El Silencio de Neto" y algunos otros cuentos, relatos cortos y poemas se han contado las historias de decenas, cientos de guatemaltcos, héroes o villanos, que de una u otra forma participaron en los sucesos de junio y julio de 1954. Sirviendo como simple soldado, vio guerra en esos días de 20, 21 y 22 de junio.
Uno de ellos fue mi abuelo, Oswaldo Guerra y Guerra, quien, siendo un joven maestro recién casado y trabajando en Gualán, Zacapa, fue uno de los tres guatemaltecos que se unieron al puñado de soldados del Ejército Nacional, comandados por el Teniente César Augusto Silva Girón, que lograron derrotar a las cuadrillas mercenarias que estaban entrando desde Honduras y ya habían tomado Esquipulas y Chiquimula.
La defensa del país en el momento supremo, trajo consecuencias terribles para el joven Guerra. La captura, las torturas, apenas salvar la vida, la pérdida de su familia, el exilio... otras tristes consecuencias que por muchos años apenas sabía y me fueron reveladas hace muy poco tiempo.
Debo confesar camino a regreso a mi casa, en el trayecto en carro, lloré, lloré por primera vez por el abuelo que nunca conocí, que murió en 1984 en República Dominicana, no lloré por el señor que sale en la foto, la única que tengo de él, ya mayor, no lloro por el hombre que dejó escapar la posibilidad de una vida tranquila, familiar, feliz, por buscar su sueño de cambiar el país, a costa de abandonar a su familia... lloré por ese joven Oswaldo, que creía en el Gobierno, en la Reforma Agraria, en la Patria, en Árbenz...
Lloré por la esperanza rota, por los sueños fallidos, por el hombre idealista que se decidió por seguir en la política en vez de su familia....
Casi cuarenta años de guerra, miles de muertos, el miedo tan entraizado en nuestra sociedad... son las consecuencias directas del drama de junio del 54.

6 comentarios:

PROSÓDICA dijo...

Tocastes mi fondo con esta entrada Cris. Ya no me siento tan loca entonces de llorar por las cosas que lloro, o al menos me siento re loca, pero acompañada.
Un honor tener un abuelo así. Un honor. Y de parte de mucha gente a lo largo de la historia de este país, a vos, que sos parte de él te digo: Gracias. Gracias por haber soñado por tantos que no tenían siquiera donde dormir.
Gracias por tu comentario en mi blog.....espero se repita.
Un abrazo.

Black dijo...

excelente hoy si brother me dejaste sin palabras que escelente narración transmitiste muy bien tus sentimientos y contaste con mucha autoridad una historia.. te felicito y sabes si de algo me agrada a mi leerte es por que siempre vivis orgulloso de quien sos... orgullecete sos una gran persona

la-filistea dijo...

Ufff! pues yo es primera vez que te leo y tambien se me arrugó mi corazoncito rojito de sangre.

¿Qué te puedo decir pues?, me permitis que regrese después a decirte algo?.

Por ahora no puedo.

Abrazos fraternos.

Cristián Guerra Campo dijo...

Acentuando: gracias por el comentario, la verdad muchas gracias, es de lo que uno mantiene en la cabeza me entendes? cosas pasajeras van y vienen, pero los fundamentos historicos, nacionales y familiares permanecen y uno tiene que ver como hacerle honor, no se.

Black: Esas tus palabras me animan el doble, sabiendo vienen de vos, muchas gracias.

Filistea: Gracias!! tomate tu tiempo para ir viendo el blog, invitadisima!!!

Hop Hunahpu dijo...

Me agrada que para la edad que tenés (de acuerdo a tu perfil) tengás conciencia de la magnitud de la intervención gringa y entendás que esa fué la verdadera causa de nuestros problemas actuales. Brilla la mentira mientras la verdad llega y poco a poco las cosas se van a ir sabiendo.

Seguí adelante.

Cristián Guerra Campo dijo...

quintus: muchas gracias por tus palabras, como ves, además de su aspecto personal, entiendo la magnitud del daño a nivel social, economico, político. Saudos.