La buena religión le hace audaz. La mala religión aumenta sus temores.
Había una madre que no conseguía que su
hijo pequeño dejara de jugar y regresara a
casa antes del anochecer. De modo que, para
asustarle, le dijo que el camino que llevaba
a su casa era frecuentado por unos espíritus
que salían tan pronto como se ponía el sol.
Desde aquel momento ya no tuvo problemas para
hacer que el niño regresara a casa temprano.
Pero, cuando creció, el muchacho tenía
tanto miedo a la oscuridad y a los espíritus
que no había modo de sacarle de casa por
la noche. Entonces su madre le dio una
medalla y le convenció de que, mientras
la llevara consigo, los espíritus no
podrían hacerle ningún mal en absoluto.
Ahora el muchacho ya no tiene miedo alguno
a adentrarse en la oscuridad fuertemente
asido a su medalla.
La mala religión refuerza su fe en la medalla.
La buena religión le hace ver que no existen tales malos espíritus.
Anthony de Mello, El canto del pájaro, Sal Terrae, 1982
Autopost No. 6
1 comentario:
El engaño siempre ha sido y será un problema de la humanidad. Ojalá nosotros seamos más sabios con respecto a lo que les enseñaremos a nuestros hijos. Pienso que en el caso de la educación, la razón debe ser lo que gobierna, y no el miedo, porque ¿de qué me sirve que mis hijos me tengan miedo, mas no entiendan las razones de lo que les pido? En cambio, si uno explica las cosas con la VERDAD, en lugar de formar gente obedientemente ciega, formamos seres pensantes, capaces de analizar los riesgos en todos los aspectos de la vida.
Saludos!
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