21 nov 2008

Título a un sueño

Cuando se planifica, coordina, lleva a cabo y consigue uno una meta, se siente realizado uno, que Dios, las estrellas y el destino finalmente se han puesto de acuerdo en conspirar por la felicidad y realización absolutas de uno como individuo único.
Una vez lograda la meta, es necesario tiempo para la reflexión. Esta reflexión es un indudable privilegio, pues no impide continuar con la vida ni el trabajo, sino tan sólo preguntarse las viejas interrogantes de siempre, una vez más: ¿quién soy? ¿para donde voy?. Algunas veces este tipo de reflexiones se deben hacer sobre la marcha, al instante y otras, como en mi caso actual, pueden hacerse con el correr de los días, aunque no sean éstos muchos.
Entre lo primero que me he puesto a pensar está el futuro, el tipo de persona que quiero ser. El tipo de persona tal ya va siendo formado por el tipo de persona que soy o que alguna vez fuí y quiero volver a ser.

Es allí donde me permito publicar otra foto de una película que aunque poco conocida se ha convertido en una de mis favoritas, Russel Crowe personificando a un corredor de bolsa inglés que vive una experiencia transformadora en Provenza, sobre todo la armonía.
Ahora ese es el punto fundamental, el equilibrio, la armonía. Y eso es lo que busco y espero encontrar en estos pocos días que sigo teniendo libres.
Espero escribir sobre los temas picantes que suceden a diario y volver a leer algo de literatura, me acostumbré a no hacerlo, que horrible y retrasadora experiencia no leer.
Saludos.

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