“A la mayor gloria de Dios” es el lema de la
Compañía de Jesús, orden religiosa católica fundada en el siglo XVI por un
grupo de hombres excepcionales encabezados por Ignacio de Loyola.
Vasco, militar, escritor, místico y primer general
de la orden, Ignacio y su gente en poco menos de un siglo crearon una red
educativa de alta calidad en Europa, inspiraron, educaron y enviaron a la
misión evangelizadora mundial a cientos de los más brillantes jóvenes europeos
de la época.
Comenzando
con Francisco Javier, noble hispano que falleció de fiebres sin poder
evangelizar Japón a finales del siglo XVI hasta los misioneros que a inicios
del siglo XVII exploraron y fundaron misiones de California a Buenos Aires, la
Compañía logró un poder y una riqueza tal que llevó a que fuera desarticulada
casi totalmente en la segunda mitad del siglo XVIII, como parte del proceso de
consolidación del Estado-Nación en Europa.
Reinstalada y funcionando, uno de sus miembros, el
argentino Jorge Mario Bergoglio, colocó otra vez a los jesuitas en la atención
mundial al ser electo como Francisco, Papa. En su nuevo puesto, Bergoglio ha
acumulado titulares de prensa gracias a sus gestos, palabras y acciones,
provocando la escucha tanto de católicos como de personas de buena voluntad que
están encontrando un apoyo –como mínimo- moral y espiritual en los diversos
temas que preocupan al Papado hoy por hoy. Un Papa no analiza ni es técnico
experto: Profetiza, y entendiéndolo así se encuentra un camino, una guía ante
la situación mundial actual.
En estos días Francisco viaja por Sudamérica, pero
en vez de visitar los países centro del catolicismo americano, prefiere llegar
allí donde parecieran echar raíces formas alternativas –queda tal término y
tales formas para un análisis posterior- de entender al Estado, a la Economía y
la Política, esto en referencia a las visitas a Ecuador y Bolivia. En Paraguay,
donde las luchas agrarias son de siempre y gobierno tras gobierno ha
profundizado en el entreguismo económico y la criminalización de líderes, la
palabra del Papa llega y es esperada con ansias, será de ver la cosecha por
llegar.
El territorio paraguayo en parte alberga los restos
de las misiones jesuíticas, también conocidas como reducciones, aquellos
asentamientos que buscaron atraer á los nómadas guaraníes a la fe cristiana en
el siglo XVII, buscando la promoción del Evangelio en un interesante mestizaje
de formas, pensamiento y talentos, lo que llevó a su éxito en cuanto a la
urbanización, música, economía y arquitectura, en la cristianización de estos
pueblos originarios y a la creación y confirmación, en su momento, de una
alternativa económica a la impulsada por la incansable sed extractiva de la
metrópoli.
“The Mission” la película de 1986, si bien no
totalmente histórica, refleja el trabajo evangelizador de esos pocos hombres
sin miedo que tenían como idea la de evangelizar a todo el mundo, propósito
supranacional que hoy en día rescata el Papa Francisco, denunciando los males
actuales y proponiendo guías de rescate, las que muchos, -creyentes o no en el
Dios de Jesús- deseamos ahondar y llevar a la práctica efectiva.
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