"...si uno de nosotros, con buena o mala intención, mostraba una vez valor y protestaba contra alguna norma o incluso contra una estúpida costumbre o moda, no era admirado ni presentado como modelo, sino castigado, humillado y aplastado por la cobarde superioridad de los profesores. Afortunadamente, antes de que comenzasen los años de colegio yo ya había aprendido lo que es más importante y valioso para la vida: tenía sentidos despiertos, delicados y finos, en los que podía confiar y de los que podía obtener mucho placer..."
-Obstinación, Hermann Hesse, 1995, pág. 20.
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