... y caiste en la trampa. Me gusta Fabiola, me gusta su voz, artísticamente esta en medio de un circo mediático que dejó de interesarme desde hace tiempo. Es, sin embargo, la gran entretención de mi abuela, convaleciente en el hospital y quien disfruta de las pruebas y retos a los que es sometida su cantante favorita. Favorita después de Yuridia, pues mi abuela, pese a heredar a sus hijos el amor por la música e incluso patrocinar incontables horas de clases en el Conservatorio para varios de ellos, inclusive guitarras eléctricas, posters de Iron Maiden y Van Halen, nunca pasó de admirar el misterio que endulza el oído. Dice que su padre era igual, el ilustre médico de los años treintas y cuarentas, quien, en la soledad de su consultorio, luego del último paciente, despachaba al personal, elegía un disco de 45 revoluciones de su colección, ponía el moderno tocadiscos, sacaba de su escritorio el estuche, lo abría y volvía una extensión de su mano -de su alma- la varita de orquesta, lujo que no vaciló en coseguir, para imaginariamente dirigir a la filarmónica, a la orquesta, la ópera de ocasión. La música es, como se dice actualmente "un eje transversal" que ha vivido entre mi familia por muchos años, y este post, aunque no hable del circo al que la talentosa Faby ha tenido que comparecer y triunfar, trata de la música, el amor y la familia, esperando que gente talentosa y con la conciencia tranquila desarrolle en libros o se gaste en bytes. Y he dicho.
1 comentario:
:o) La música es un gran regalo. Si volviera a nacer y se me diera la oportunidad de pedirle un don a Dios, le solicitaría atentamente que me iluminara el corazón con música.
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