Visitar Quetzaltenango fue una sorpresa de media semana. En el trabajo me dieron instrucciones para ir a hacer una diligencia judicial y además de ser un viaje de trabajo, el primero a un lugar tan alejado de la capital, era la excusa perfecta para romper con la rutina, darme tiempo para pensar y realizar -de paso- una de mis actividades favoritas: viajar.
El conteo de los kilómetros, desesperante para mucha gente, va develando el abanico de caminos, montañas, poblaciones, rótulos publicitarios e indicaciones: San Juan, Santa María Cauqué, Chimaltenango, Patzicía, Tecpán, Los Encuentros, Cuatro Caminos, Salcajá.
Las afueras de Xelajú estan en pleno proceso de cambio, las urbanizaciones han aumentado y el caos de la construcción, aunque comprensible, es excesivo. En seguida pierdo la ubicación Norte-Sur en cuanto entro a la zona 3, no la voy a recuperar hasta estar de vuelta por Cuatro Caminos.
Inmediatamente me hospedo en la Pensión Andina, un pequeño, barato y muy limpio hospedaje a dos cuadras chicas del parque central, luego, a las diligencias del trabajo.
Almuerzo en el Salón Tecún, el especial del día que queda en el precioso Pasaje Enríquez, barato, buen servicio y buena comida. Luego de la actividad laboral de la tarde y junto a un colega que también estaba de visita aproveché a disfrutar un poco de la paz, belleza y elegancia del parque central.
1 comentario:
¡¡Qué envidia sentí!!! Es un lugar precioso. La primera vez que fui tenía 15 años... Mi papá siempre ha viajado al interior por cuestiones de trabajo y cuando podía me iba con él. El día (en realidad fue la noche) en que llegué a Xela hacía mucho frío. Iba camino a Chiantla (otro lugar hermoso). Los miembros de la tripulación: mi hermanito y yo (además de mi padre). Mi hermanito tenía 6 años.
Espero alguna vez pasar vacaciones en Xela.
Publicar un comentario