15 abr 2009

Las mentiras que estamos obligados a aceptar

Sigo desde hace menos de dos años la serie televisiva norteamericana LOST, la que en sus primeras temporadas se basó en el drama humano de los personajes y que ahora, buscando responder demasiadas preguntas que no fueron contestadas en su momento, recae en la ciencia ficción para explicarnos puntos importantes de la trama.

Este post no trata de LOST, ni de sus personajes o temáticas, sino de las mentiras que nos decimos a nosotros mismos, de las fantasías que estamos dispuestos a aceptar para vivir como vivimos, en nuestro nicho social en que nacimos o nos encontramos, con la pareja que tengamos, en nuestra familia y con amigos, trabajo y carrera.

Los seguidores de LOST nos hemos tenido que tragar varias mentiras y aceptar explicaciones fantasiosas para poder seguir aceptando la serie, igual, en la vida real, uno se cree una serie de cosas o miente incesantemente para no dañar relaciones, contradecir prejuicios o mostrarse íntimamente veraz, ser llevadero y convivir, en general, entre las demás personas.

Las peores mentiras son las que uno se dice y se convence a uno mismo, mentiras de las que vale la pena salir y actuar, arriesgando mucho pero ganando paz y tranquilidad, aunque sea difícil dejar de lado toda distorsión a la realidad de las cosas, a veces al las buenas costumbres y a lo que en Guatemala llamamos "educación". Las cosas por su nombre son mejores.

4 comentarios:

Fernando Ramos dijo...

Dexter encaja más en el tema de las mentiras. Por cierto, voy a publicar una reseña sobre él, la otra semana.

Saludos

Andrea dijo...

Nos doramos la pìldora nosotros solitos como quien dice.Saludos

Cristián Guerra Campo dijo...

Fernando: es cierto, en Dexter el personaje es el que engaña, en Lost nos engañamos nosotros como espectadores ante tanta paja. Voy esperar ese post.

Andrea: gracias por visitar, exactamente es a lo que me refiero, espero no haberle dado tantas vueltas al asunto. Saludos!

Penn dijo...

Hay un poema que se llama "verdades amargas"... lo interesante es que de alguna manera estamos conscientes de nuestras propias mentiras y aún así preferimos llevarlas como sombras, garantes de esa tranquilidad que menciona. Metemos el polvo abajo de la alfombra.