Hoy tuve la oportunidad de asistir a un evento cultural de consumismo literario en el Fondo de Cultura Económica, en la zona 9 capitalina, el cual al menos sirvió de excusa para juntarme con un par de conocidos y acá recomendados bloggeros cómplices y comprar tres libros, uno sobre dinámicas agrarias ante la globalización, otro de Rodrigo Rey Rosa y otro de política.
Viendo los personajes que se colaron a la velada, entre ellos algunos pretenciosos cuentistas (cuentacuentos parece autonombrarse) y algunos muchos menos buenos narradores chapines, estudiantes, profesores universitarios, comprando libros de antropología, sociología, periodismo, psicología y demás humanismos interesantes, me sentí un poco aparte con mi flamante libro de Derecho/Economía, pero no por que todos fueramos además a comprar algo de literatura, sino por que me puso a pensar en el camino en el me estoy desviando, en el que estoy decidiendo caminar, el cual ciertamente comparte o quiere compartir parte de la brillantez intelectual que a trazos existe en el país pero que se aleja del tipo de persona que se espera sea un humanista dedicado a su oficio.
Me han dicho que soy un burgués con alma bohemia, y no contradigo ni corrijo esa aseveración, simplemente la acepto sin victimizarme y trataré de sacarle el mejor provecho posible. Decidiendo que lo que soy, lo que debo y lo que puedo ser lleguen a una compaginación lo más cercana posible, entre el alma bohemia, meditativa y melancólica, la mente de abogado y el actual potencial existente.
¿No les ha pasado que al final de un camino trazado, del conseguir exitosamente una meta, la ansiedad pareciera ponerle "pesos extras" a uno?
En estos meses comienzo a decidir estas cuestiones, no hay marcha atrás ni hay precipitaciones, simplemente el vacío que exige la imposición de nuevas metas, nuevos retos y sueños por cumplir, como persona, profesional y hombre.
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