El ser humano y su continuo estado de guerra civil a causa de su natural egoísmo, sólo es contenido por un Estado garante de la paz y el orden, por medio del método inductivo se analiza la obra de Thomas Hobbes Leviatán, llegando a la conclusión de que estas ideas son vigentes y que el Estado es el paradigma capitalista del orden.
Una mente brillante para la política y la sociología, Thomas Hobbes[1], apologeta del absolutismo, fue influido por las teorías mecanicistas para explicar la naturaleza de Descartes y Galileo mediando entonces en su método de aproximación a la sociedad. Su adhesión política a la causa absolutista en la atribulada polémica entre Rey y Parlamento en Inglaterra dio como resultado un extenso estudio de la naturaleza del hombre y de la necesidad de una República[2].
En Leviatán[3], Hobbes justifica la necesidad de una soberanía única y la imposibilidad de romper el contrato social que le da fundamento legítimo a la organización estatal y justificar al monarca absoluto, buscando congraciarse con el entonces soberano, en la querella de ideas y sangre que éste mantenía con la burguesía inglesa, que apoyaba al Parlamento en la Guerra Civil[4], en la lucha por la supremacía y de la limitación del poder absoluto del monarca.
La idea central, del libro, -de que el ser humano vive en continuo estado de guerra civil a causa de su ambición, egoísmo y demás pasiones y sólo un Estado soberano puede mantener la paz y el orden- (Hobbes, Thomas. Leviatán, Capítulo XVII, página 163) es expuesta por el autor sin justificaciones divinas ni mágicas, lo no agradó a quienes quería lisonjear ya que las consecuencias obtenidas por Hobbes en su trabajo intelectual develaban una más profunda y compleja relación entre la República y los súbditos y de la relación mutua entre estos.
Ante la justificación de la existencia de esta República, Hobbes demuestra que para evitar la guerra civil perpetua, el soberano es incuestionable, lo que en la práctica justifica empíricamente del ya conocido derecho divino que le sobraba al soberano inglés de la época, pero que es la idea fundamental (la versión pesimista) en la que coincidieron pensadores como Locke y Rousseau, en el sentido la existencia de un contrato social.
Estos pensadores, a diferencia de Hobbes, no se aproximan al tema partiendo de lo que iguala al hombre con el animal, sino partiendo de lo que los diferencia, abriendo la puerta para considerar al ser humano desde su individualidad, la idea del hombre naturalmente bueno, pervertido posteriormente por la sociedad.
Si bien buscaba contentar a los soberanos absolutistas y justificar su poder omnímodo, Hobbes se cuida siempre de nombrar en Leviatán al “soberano” de una forma genérica, no como la dignidad personal de un hombre a quien la divinidad ha elegido, sino dando la posibilidad, de acuerdo con el convenio llevado a cabo por los súbditos a que existan diversas organizaciones políticas para su República.
Este Leviatán, el peligro de su omnipotencia o la necesidad de su crecimiento es fundamental en el actual debate ideológico, ante la dominación de las ideas neoliberales que dejan al Estado, únicamente su misión represora y vigilante, en cumplimiento de lo expresado en Leviatán por Hobbes a pesar de sí mismos, (Dávalos, Pablo. Neoliberalismo político y “Estado social de derecho”, 2008) ya que al propugnar únicamente el “Estado de Derecho” se deja de lado el interés común, que ideas más benignas como las de Locke y Rousseau propusieron posteriormente.
La construcción de la idea del Estado legada por Hobbes, es una idea plenamente capitalista (Holloway, John. Cambiar al mundo sin tomar el poder, España, 2002) idea que los bolcheviques no tomaron en cuenta al tomar el poder del Estado, idea que, según Holloway demostró su fracaso con la caída del bloque soviético.
La represora República descrita en el Leviatán, perfeccionada y fetichizada por el sistema capitalista es ideológicamente creada para cumplir con los fines de la burguesía, promover su desarrollo y en ningún momento ser una institución neutra, susceptible de su conquista y sostenible mantenimiento, como trataron de hacer los bolcheviques al transformar (pero no desaparecer) desde sus cimientos al régimen zarista[5] de Rusia.
La relevancia contemporánea de las ideas de Hobbes da lugar para múltiples interpretaciones, desde quienes lo consideran un promotor del estado absolutista, pasando por la justificación del Estado mínimo de los liberales hasta el benefactor de los socialistas. Aunque rodeado de ideas anticuadas y reaccionarias, la concepción de Hobbes del hombre y del Estado siguen vigentes, esperando ser reinterpretadas y cuestionadas.
[1] (1588 – 1679).
[2] Así llama Hobbes al soberano “Dios Mortal”, al Leviatán en su libro, es el Estado.
[3] Publicado en 1651.
[4] Guerra Civil Inglesa (1642-1649) entre el rey Carlos I de Inglaterra y el Parlamento Inglés, provocado por el despotismo del monarca, ya que los parlamentarios, apoyados por la burguesía, buscaban se les reconocieran derechos civiles y políticos, libertad económica y se establecieran limitantes al poder del rey.
[5] En 1917, la Revolución Rusa llevó al poder por primera vez en la historia a la dictadura del proletariado, tomando el control de un estado capitalista.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario