Un acontecimiento telúrico vino a modificar una vez más la historia nacional hace treinta y tres años. En la madrugada de un día como hoy, cuatro de febrero, pero de 1976 la tierra tembló en la mayor parte del territorio nacional, sembrando la destrucción desde el centro del país, en Chimaltenango hasta las costas del Atlántico chapín. Bellas ciudades coloniales como Tecpán, jóvenes y emprendedoras poblaciones como Guastatoya o Gualán y la Ciudad de Guatemala fueron muy golpeadas por el sismo, además de provocar seguramente más de las 26, 000 muertes reportadas oficialmente.
Ese mismo día, en los jardines del Hospital Hermano Pedro nacía mi prima Mónica, pequeño milagro, como tantos otros que pasaron ese día, donde la tragedia y la tristeza fueron lo evidente.
Reducido a anécdota de cuarentones, el Terremoto del 76 vino a causar grandes cambios en el país, sociales y económicos y puedo resumir todo en la frase mencionada por el entonces Presidente, General Kjell Laugerud en televisión nacional:
-"En Guastatoya murió el Gobernador, el Alcalde y el Juez de Paz"
La muerte es cierta y muy cercana, por lo que es cuestión de esperar a los caprichos de la naturaleza para volver a demostrar lo poco preparados que estamos como país para este tipo de magnos eventos geológicos, si se tratara de un nuevo sismo de esa intensidad, probablemente el drama humano tendrá proporciones inconmensurables.
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