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Ya estoy aquí, imaginándome una nueva vida. Pudriéndome otro viernes en la noche en un descanso sin mérito, obligándome a pensar en positivo para no caer en la desesperación, aquí no estoy solo, aquí no tengo balcón, aquí no tengo cigarros, aquí ya no tengo excusas. Mientras, tan sólo para juguetear con el ocio y la rabia, me pongo a pensar qué será de los objetos de mi afecto del año recién pasado. Una, de la que apenas he sabido en ocho meses, las últimas noticias que tuve de ella es que probablemente está embarazada. Afortunadamente (es relativo todo) el pequeño que tal vez nacerá no es mío, lo cual considero una verdadera lástima, pues ella es realmente bonita, aunque bastante pusilánime, me imagino que el que yo la haya tratado como cualquier cosa tuvo sus repercusiones. Fui injusto con ella, siento que aún debo darle, embarazada o no, una explicación de mi comportamiento a mediados de mayo del año pasado. ¿Para que? ¿Por beneficio mío o sanidad mental de los dos? No sé cómo contactarla, así que no he definido que hacer, sin embargo me sorprende y me frikea en extremo que alguien que alguna vez fue tan cercano, una ya mujer a la que tuve toda la intención de querer pero no pude, a pesar que según ella me amaba profundamente, cambie su vida tan radical, por no decir desastrosamente.

Para mientras, sigo aquí, queriendo sin querer buscar algo real por allí, hay posibilidades, no es ese el problema, lo que pasa es que debo admitir que aunque muy pocas chavas, han venido y se han ido con suma rapidez, duele mucho decirlo así, pero no estoy acostumbrado a cortejar, a clavear, a llamar, a esforzarme, al igual que en Santiago, al igual que en la carrera, al igual que todo en mi vida, lo que recae en un círculo vicioso bastante común. No cambio por que aunque la necesidad del cambio me toque la cara y me anime a reaccionar, al final no me esfuerzo lo suficiente, no soy los suficientemente guapo, interesante, útil o sincero como para animarme a salir allí y ser el que soy. Por que herencias no me faltan, el carisma y la sencillez de mis padres, los apellidos de mis abuelos, no me faltan contactos, pues tengo algunos buenos amigos y bastantes primos y parientes en quienes me puedo apoyar, pero me falta algo. No sé ya si es mi relación con la Iglesia la que me va a rescatar, veo a mi alrededor y mi gente amada genuinamente está disfrutando de relaciones significativas, enmarcadas en cierto respeto y tolerancia mutua y englobadas en el rollo cristiano de los Encuentros, del emproismo, al menos una vaga idea de lo que todo aquello me significó la tengo también. Me trae buenos recuerdos, pero no me trajo satisfacciones de ningún tipo en el tiempo en que estuve allí. No quiero renegar de nada, pues no me arrepiento de mis decisiones, es sólo que no sé por qué yo tengo que ser tan diferente, por qué nunca fui del promedio. En el colegio, todos hablaban al suave con las chavas, ya tomaban a los quince, ya manejaban y eran el gran rebaño disfuncional típico de los noventas en el Capouilliez. En cambio yo me encerraba en la comodidad de dos o tres amigos leales, centenares de libros en la biblioteca y la esperanza en que una vez salido de ese descerebrado establo, las cosas serían diferentes. En la universidad, gracias a mi maravilloso y recordado viaje a Sudáfrica, regresé a tono, conseguí algunos buenos amigos, muchos compañeros, dos rivales y una enemiga. Mi resumen de esos años fue su completa mediocridad que aún así me hace sobresalir entre la mayoría. Perdí tiempo valioso en la nada. Tuve experiencias fenomenales, no me arrepiento, pero ahora entiendo que pude haber conocido más, tomado más, gozado más y sentido mucho más.

Ya fuera de reflexiones de colegio o de U, aquí, frente a mi escritorio vacío, mi rimero de papeles inclasificables y como cuatro cosas pendientes, me permito pensar en la otra, la más reciente, que vive feliz y sin complejos en un conocido país del norte. Ya no tenemos comunicación, ni realmente la quisiera por algún tiempo. Por semanas pensé (ella también) que podríamos ser amigos, pero, como dijo la canción, yo me entregué, en muy poco tiempo, hasta ser como la palma de sus manos, experimenté junto a ella al máximo y tampoco me arrepiento, es de las pocas situaciones que me voy a llevar a la tumba con una sonrisa en mis labios, ¿lo va a saber ella? No se, sí importa, pero por el momento mejor dejo de mentarla, ya le escribí trece poemas, ya la lloré lo suficiente, el luto por un amor así ya pasó, voy a lo que sigue. El problema es que no me encuentro con la fuerza necesaria para seguir adelante, no tengo ni trabajo, ni estudios, estoy por mi cuenta, tomando decisiones importantes que ya están repercutiendo en el futuro. Sé lo que tengo que hacer, los privados y la tesis, de ser posible todo en 2008. Esa es la meta única del año, la importante, la impostergable, hacia ella voy. Pero ¿y mi alma? ¿y quién será la siguiente? “…Siempre lo fácil me duró tan poco, y no lo niego, me divertí, pero la soledad me ha vuelto loco…” es una frase de la famosa canción que al menos me trae el consuelo de que si quiero algo, tengo que luchar por ello, en este caso, dejarme de medias tintas y tomar acción inmediata, clavera, sexy (jajaja) arriesgarme al fin en algo importante, no sólo demostrar mi valentía yendo a conciertos de una persona que canta 4 canciones de desamor que resultaron ser de mis favoritas y ante quien me sentí destrozado. Es tiempo de volver a caminar, de mover estas rodillas huevonas, de salir al sol, que el lodo y el polvo del camino me ensucien los zapatos. Pero mientras me animo a seguir respirando sin recordar, a soñar sin ilusión, a buscar ánimo en la dificultad, apoyo en mi gente, sentido a mi futuro y un poco de emoción otra vez, voy a cantar una vez más:

“And when I write the book about my love

It will be about a man who's torn in half

About his hopes and ambitions wasted through the years

The pain will be written on every page in tears

When I write the book about my love”