Manuel José Arce
Amo, con todo lo que soy, este suelo y su gente. Por eso mismo, sufro de manera atroz. Por eso mismo me duele hasta el aire que pasa. Por eso mismo no quisiera estar aquí.
No quisiera ser de aquí. No quisiera amar tanto a este país, a esta gente.
El amor se me transforma en dolor. Y eso no es justo.
El amor ha sido siempre alegre, constructivo, sinónimo de felicidad y de optimismo.
Yo amo mi país. Y es un amor triste, impotente, infeliz, que me duele, que todos los días tiene nuevas llagas, que siempre está más y más crucificado.
Veo su mapa cercenado, una y otra vez. Veo su historia de burlas crueles, sangrientas. Veo su geografía amenazada por el planeta. Veo a sus moradores misérrimos, ignorantes, enfermos, raquíticos, hambrientos. Veo su suelo ubérrimo, inútilmente ubérrimo, para la mayor parte de sus habitantes. Veo su violencia progresiva, galopante. Veo, siento, vivo su tragedia incesante. Y me duele.
Me duele tanto como me duele decir: "yo no quisiera estar aquí", "yo no quisiera ser de aquí".
Porque ser de aquí es una enfermedad incurable. Uno se va, y entonces, la nostalgia. Uno se va, pero las noticias lo persiguen, los ojos buscan siempre un algo de aquí, la distancia castiga. Uno se va. Pero aunque se vaya, no se va: uno anda llevando Guatemala adentro, como un amado cáncer, como una idea fija, como un verde corazón que siempre duele al palpitar y que palpita siempre.
Yo no quisiera estar aquí. Yo no quisiera ser de aquí.
Y aunque me duele el dolor del mundo, perdóneseme, pero me duelen menos otros países, que éste.
Me voy, a veces. Me meto en un libro y me voy. Tomo un pasaje de canción o recuerdo y me voy. Escribo una carta, me meto con ella en el sobre, me pongo en el correo y me voy.
Pero dura muy poco mi viaje: desde adentro de mí mmismo este país -este pequeño y cruel país-, se me hace presente, me sangra, me duele.
Cuánto amor en el dolor. Cúanto dolor en el amor.
Qué dura eres, Guatemala.1
1Diario de un escribiente, Editorial Piedra Santa, 1986, Segunda Edición, página 12, Guatemala.
2 comentarios:
Me gustó mucho porque siento algo parecido por Guatemala. Es amor a tu patria, pero dolor y frustración al ver cuánto sufre tu tierra. Hay veces que me puedo imaginar las gotas de sangre saliendo por las grietas del suelo.
Uno desea ayudar, pero en el camino te topás con personas que tienen una mentalidad tan arcaica y retrógrada que duele en lo más profundo del alma.
Pero bien, esta es mi muy humilde opinión.
Desde lejos de la patria leo esta publicación y me conmueve....Sí, uno sigue anhelando al país y anhelando el regreso, sabiendo que será amargo y sintiéndose impotente. El amor sigue ahí.
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